La tarea de un
entrenador deportivo cubre distintas áreas.
El entrenador es como un director de Orquesta, un líder; es la persona
que debe controlar cada detalle y para
ello, en la mayoría de los casos, debe estar acompañado de un equipo de
trabajo, que le permita alcanzar los objetivos.
El deporte está
conformado por 4 áreas claramente definidas. El aspecto físico, el técnico,
el táctico y el psicológico. Un
entrenador debe tener conocimientos de
todos estos aspectos, por ser quien
organiza, canaliza, estructura y realiza la toma de decisiones.
En esta
oportunidad, me enfocaré en el aspecto psicológico al que los entrenadores le
dan cada vez mayor importancia. Los resultados obtenidos por quienes toman en
cuenta esta variable con la seriedad que
se merece han permitido resaltar su importancia. Esto aunado a los estudios científicos, en los que
se demuestra claramente la efectividad
de los entrenadores que conscientemente abordan las variables psicológicas.
Para un entrenador,
cada acción implica una serie de respuestas conscientes e inconscientes de
parte de los deportistas. Por esta razón,
es fundamental determinar las conductas frecuentes y sus consecuencias.
Las conductas habituales
de los entrenadores al interactuar con los deportistas, bien sea deportes de
equipo o individuales, son las
siguientes:
El Reforzamiento.
Con esta conducta
el entrenador busca premiar al deportista. Se busca reconocer algunas acciones
que, para el entrenador, son importantes. Conductas de reforzamiento verbales
como un elogio: “Bien”, “Bien hecho”, etc.; gestuales como un aplauso o un gesto
de aprobación a la ejecución.
Aprender a reconocer cuándo es
apropiado el reforzamiento y de qué manera es más efectivo con los distintos
deportistas es clave para alcanzar el objetivo. Cada deportista es diferente,
conocerlos y entenderlos permite al entrenador
saber cuándo el reforzamiento es necesario para que tenga un efecto real.
No Reforzamiento.
Este caso es lo
opuesto al anterior. El entrenador no refuerza una conducta o ejecución
positiva. Pudiendo reforzarla, no lo hace.
Esta omisión ha de tener un sentido, de lo contrario puede llegar a
producir un efecto negativo.
Castigo.
Cuando dentro de la
ejecución, el deportista comete un error, o la ejecución no es de la calidad
esperada, el entrenador puede incluir
conductas como un grito de reprimenda o sacarlo de la cancha apartandolo de la
actividad. Este tipo de conductas suele generar en los deportistas ciertas
respuestas en ocasiones positivas, por cuanto buscará hacerlo mejor para evitar
el castigo, pero también, en ocasiones, pueden acarrear respuestas negativas.
Es por ello que es necesario controlar estas variables conductuales, pues
permitirá predecir la respuesta del amonestado.
Animar luego del error.
Luego de que el
deportista comete un error es común el castigo, como mencionamos anteriormente,
pero, en ocasiones, algunos entrenadores utilizan este tipo de conducta como el
mensaje de aliento para una próxima ocasión,
con la finalidad de que, a nivel emocional, el deportista no se caiga y
que su enfoque atencional no se
pierda.
Ignorar el Error.
En algunas
ocasiones, el error es obviado por parte de los entrenadores. indiscutiblemente
dependerá siempre de la magnitud del error, la circunstancias en las que se
generó y las causas del mismo. También hay que tomar en cuenta las diferencias
entre los deportes y el “costo” de cada error en el juego o la competencia .
El castigo
constante en ocasiones genera rechazo y respuestas negativas de parte del deportista, por lo que saber
manejar el momento apropiado para ignorar el error es fundamental.
Mantener el control
Cuando se producen
situaciones no deseadas es importante mantener el control, las emociones suelen
hacerse dueñas de deportistas y los entrenadores en esos momentos y puede
ocurrir que se deje a un lado el pensamiento coherente, el cual es el
fundamental para resolver la situación y realizar la toma de decisión oportuna.
En el caso de los
entrenadores de formación, es más importante aún mantener el control.
Instrucciones generales.
Son todas aquellas
instrucciones que el entrenador puede dar sin tener que ser propiciadas por un
acierto o error, como comenté anteriormente. En este caso son instrucciones que
el entrenador, por iniciativa propia, quiere aportar con base en su planificación un observación.
Animar
Más allá de errores
o aciertos, en ocasiones resulta importante dar ánimo a los deportistas. sin que
sea necesario un estímulo
positivo o negativo para hacerlo.
Todas las conductas
mencionadas permiten una interacción directa entre deportista y entrenador,
bien sea positiva o negativa. Dependerá de cada entrenador la decisión de
utilizar una u otra. Tras analizar cada caso, en los momentos indicados, para
generar respuestas positivas y alcanzar a los objetivos propuestos.